viernes, 5 de octubre de 2012

Celebrando la memoria del Beato Isidoro de Loor, pasionista (6 de Octubre)






Nuestro querido Isidoro, nace en Vrasene (Bélgica) el 8 de abril de 1881 de una familia de campesinos. Es doblemente afortunado, primero porque sus padres se distinguen por la piedad, la rectitud moral y una conducta irreprensible. En segundo lugar porque "La agricultura ha sido creada por el Altísimo" (Sir. 7,15) y el trabajo de los campos es agradable a Dios. También en el convento se dedicará con pasión al trabajo del campo y escribirá: "Trabajar y plantar en el huerto me hace maravillosamente bien".


Es un joven robusto, activo y sociable; ayuda a la familia trabajando en el campo y el invierno con el tico como obrero de la empresa de pavimentación de las calles; canta en el coro de la parroquia y también es catequista. Participa asiduamente en la vida de la parroquia, se inscribe a la "Pía unión por el Vía Crucis semanal" y ama meditar la pasión de Jesús. Mientras va madurando la idea de ser religioso. Un sacerdote redentorista lo encamina hacia los pasionistas por su amor a Jesús Crucificado. En abril de 1907, a los 26 años de edad entra en el noviciado pasionista de Ere como religioso hermano.


Sufre mucho por la separación de su familia y padece un malestar, él que habla flamenco, debe hablar en francés, la lengua oficial en el convento. El 8 de septiembre de 1907 toma el hábito pasionista y un año después emite la profesión religiosa. Está feliz por su vocación. Escribe a sus padres: "Aquí todos somos iguales, del superior al más pequeño; todos en una misma mesa, en una misma oración, en un mismo reposo, en una misma recreación. Todos juntos trabajamos, según la condición de cada uno. Nos damos un servicio recíproco"


Su vida no cambia mucho; habituado desde su familia a ser un apóstol continúa a serlo también en el convento. "Cumpliendo todo por la gloria de Dios, escribe, "colaboro en la conversión de los pecadores y a difundir la devoción a la Pasión de Jesús y a los dolores de María. Mientras los sacerdotes van a predicar, nosotros los hermanos trabajamos para la comunidad; también el trabajo más insignificante se convierte en mérito para Dios y nuestra salvación. No anhelo, ni deseo otra cosa que sacrificarme enteramente por la salvación de las almas". Humildad y paciencia son sus virtudes. "El trabajo, dice bromeando, me hace bien. Así cuando viene el diablo y me encuentra ocupado, se convence que no tiene nada que esperar de mi... y no le queda más que irse".


Su vida es una continua búsqueda de la voluntad de Dios; sobre ella extiende su jornada y en ella encuentra paz y serenidad, en una continua acción de gracias. En la víspera de sus votos escribe: "Estoy por hacer mi profesión, únicamente para hacer la voluntad de Dios". Lo llaman "el hermano bueno, el hermano de la voluntad de Dios, la encarnación de la regla pasionista".


Vive una rígida pobreza y escribe: "No poseo muchas cosas; solo tengo un crucifijo, una navaja de afeitar, un sacapuntas, un lápiz, pero no se como hacerles comprender la grande alegría que me llena viéndome libre de todo, para que mi corazón no ame sino a Jesús".


No falta el sufrimiento físico. En Junio de 1911, por un cáncer, le es extirpado el ojo derecho. Soporta todo con grande fuerza, tanto que el médico que lo opera exclama: "Este hombre deber ser un santo". Él escribe: "Me he confesado y en la comunión he ofrecido a Dios mi ojo por la expiación de mis pecados, por el bien espiritual y material de ustedes y por otras muchas otras intenciones. Me he abandonado cómodamente a la voluntad de Dios, sin entristecerme".


El mal continúa su curso. Padece cáncer en el intestino y el médico advierte al superior las consecuencias fatales de la enfermedad. El superior hace conciente a Isidoro, el cual acoge la noticia con la habitual serenidad. Padece dolorosas operaciones. Exclama: "Debemos aceptar nuestros sufrimientos en unión con Jesús, que es para nosotros el modelo de abandono a la voluntad del Padre". Los familiares no podrán estar siempre con él para asistirlo, porque lo impiden los alemanes que han ocupado Bélgica. Estamos en plena 1ª guerra mundial. Muere en octubre de 1916, de 35 años. El humilde y silencioso hermano pasionista se convertirá en una de las figuras más amadas y populares de Bélgica. Juan Pablo II lo declaró beato el 30 de septiembre de 1984.


Fuente: www.passiochristi.org 

miércoles, 3 de octubre de 2012

CONVIVENCIA VOCACIONAL: NOSOTROS ANUNCIAMOS A XTO CRUCIFICADO



¡Hola a todos! En esta ocasión aprovechamos para saludarles y contarles cómo estuvo la convivencia que tuvimos hace quince días en nuestro seminario Madre de la Santa Esperanza. Acudieron a la cita programada del 21 al 23 de septiembre diez muchachos venidos de distintas partes del país: Johan de Caracas, Marcos de Táchira, Jesús de Carabobo, Dagluis, Dany, Gilberto y Albin de Barquisimeto, y José Rafael, Manuel y José Gregorio de Aragua. Además nos acompañó como invitado especial el Padre Lenín, de la comunidad de Fátima (Caracas), quien nos apoyó en varias actividades del encuentro. Fue una alegría reencontrarnos con los que asistieron a la convivencia de julio y conocer a los que nos visitaron por primera vez.



El tema que tratamos giró en torno a la pasión, muerte y resurrección del Señor y la actualización de su sufrimiento en los padecimientos del mundo actual. Con diferentes actividades vivimos y nos unimos a los acontecimientos del triduo pascual: La última cena, la oración en el huerto de Getsemaní, el proceso y crucifixión del Señor, su entierro y su gloriosa resurrección. Al mismo tiempo discutimos cómo esa pasión de Jesús se actualiza en los acontecimientos de muerte que cada día sufre el mundo. También resaltamos que, como pasionistas, nuestra misión es hacer memoria de la Pasión del Señor para desclavar al mundo de la cruz y ayudarlo a resucitar.

Y para cerrar, el postulante Carlos organizó un paseo a la aldea Casa del Padre el domingo por la tarde. Por problemas de transporte el paseo se convirtió en caminata, pues tuvimos que volver al pueblo a pie. El contratiempo no estuvo del todo mal; nos permitió compartir las experiencias vividas durante el fin de semana y disfrutamos de la asombrosa naturaleza que nos regala el estado Táchira.


Dios nos regaló tres días para encontrarnos con Él, sensibilizarnos con el dolor de nuestros hermanos y darle una respuesta generosa a su llamado. Agradecemos de manera especial al Padre Antonio y al Padre Lenin por apoyar en las actividades programadas. También agradecemos a los hermanos de las distintas comunidades de Venezuela que nos encomendaron en sus oraciones. Por supuesto, también agradecemos a nuestra audiencia que nos encomienda siempre en sus oraciones y que piden a Dios para que envíe más vocaciones pasionistas a su Iglesia.

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