domingo, 26 de febrero de 2012

En el inicio de la Cuaresma...


¡SUBE A JERUSALEN!
             Iniciamos la subida hacia la Pascua. El miércoles de ceniza fue el anuncio parroquial del comienzo de la subida. Con la cruz de ceniza en la frente llegamos hoy al desierto, bajo la consigna de una verdadera conversión. No hay tiempo que perder. La Pascua despierta ya en el horizonte. Y ahí entramos. Cuando Jesús, después del bautismo, se siente empujado por el Espíritu hacia el desierto, percibe, desde el primer momento, que le llega la hora de la subida de Jerusalén.
             Ahí vive cuarenta días entre alimañas y sometido a la tentación. Ahí convierte el desierto en tienda de oración, de ayuno, de discernimiento para la misión. Por eso cuando termina el tiempo del desierto,  el Hombre de Nazaret asume su hora y arranca con el pregón definitivo: “Se ha terminado el plazo; está cerca el Reino de Dios: Conviértanse y crean la Buena Noticia”. ¿Qué sintió Jesús en la soledad para salir con tanta decisión al anuncio del Reino de Dios? ¿Quién enfatizó su pregón? No lo sé. Pero el Hijo del Carpintero resonó por primera vez: “Conviértanse”. Frete al caos del pecado es imprescindible que alguien grite el camino de la conversión; que alguien arriesgue su vida, sin miedo, en el anuncio del tiempo de Dios.
             ¿De qué necesitas conversión? ¿Cómo decides vivir esta cuaresma? ¿Estás decidido a renovar tu fe bautismal?
               No hay verdadera Pascua sin cuaresma de desierto y de conversión. No tengas miedo. El diluvio de Noé ya pasó. Ahora llega el Jordán de la gracia bautismal. Decide. Sube a Jerusalén y la Pascua será la Buena Noticia de tu salvación.
                                                                                                                     P. Antonio Gracia CP Tomado del suplemento “El Domingo, Día del Señor”
Ediciones San Pablo
26 de febrero 2012

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